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Virtuosa



En estas fechas lees y escuchas en reiteradas ocasiones lo increíble que es ser mujer, pero muy pocos destacan lo agotador que es. Muchas veces te ha tocado abrir paso con gran esfuerzo, avanzar únicamente con la ayuda de Dios; demostrar tu fuerza, esmero, inteligencia, valentía y capacidad. Te aseguro que en algún momento de tu vida has tenido ese día, en el que te sientes pequeñita o invisible ante todos los que se encuentran a tu alrededor; nada indispensable para el mundo, ese día en el que no deseas salir de la cama porque todo te ha salido mal y sin lugar a dudas ya no sientes fuerzas. Bueno, la verdad creo que todas hemos tenido ese día.


Pero sabes que hay algo increíble en todo esto, de pronto llega una palabra y te rescata, una de esas como las que encuentras en Proverbios 31: 10-31; ya sabes, de esas que te reinician el día, te das cuenta que pesa más todo lo grande, maravilloso, sorprendente y sobrenatural que ha hecho Dios en ti. Abres tus ojos y te das cuenta de cómo Nuestro Creador pensó de una forma tan especial con respecto a ti mujer. Y allí todo lo que lees o escuchas para esta ocasión empieza a recobrar sentido, eres capaz de levantarte porque has recobrado fuerzas en aquel que te ha amado aun en tus peores días. Pero para llegar a sentirte tan virtuosa como eres, debes permitir que nuestro amado Señor te moldee conforme a su corazón.


Quizá la mujer que se describe en Proverbios, se vea un tanto inalcanzable por sus muchas habilidades excepcionales; pero sabes, vale la pena imitar sus principios virtuosos, pues esto te hace mejor mujer, mejor ser humano, eres diferente contigo misma y con los demás. Lo que Dios quiere que aprendas de este ejemplo es que, aunque no tengas todas las cualidades de esta mujer, aun así, puedes imitar su fortaleza de carácter y la manera en que ella honra a Dios. Recuerda cuán importante eres, los planes para ti comenzaron desde antes que nacieras (Jeremías 1:5). La forma en que Dios te moldea revela como quiere usarte. Por ello te invito a destacar, a descubrir cada una de tus virtudes, de la manera más humilde y dispuesta. Todas hemos nacido con un talento natural, ya sea con habilidad para la música, la ciencia, el deporte, algún arte o profesión; como cristianas también se no han otorgado dones espirituales para edificar a otros (1 Corintios 12:1-31). Ambos son regalos de Dios


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