Hace unos días conversaba con una amiga; una bella mujer, con mucho carisma, profesional, inteligente, exitosa, respetada, muy amada por su esposo y por su familia, una sierva preciosa de Dios; entre otras tantas cualidades que podría seguir enlistando, pero no es ese el objetivo de este artículo, y aunque te suene un poco contradictorio, lo que en realidad quiero platicarte, es sobre algo negativo que ella misma me confesó. Con lo que te he compartido acerca de ella, cualquiera creería que no sufre de inseguridades, sin embargo, te cuento que esta grandiosa mujer está peleada con su reflejo en el espejo; sí, mirarse al espejo no es precisamente algo que le agrade mucho, al menos en los últimos meses, esto debido a algunos cambios que su cuerpo está experimentando, cambios que, desde mi óptica son casi imperceptibles.
Mientras pensaba en las palabras apropiadas para ayudar a mi amiga, decidí compartirlo contigo también, porque considero que la gran mayoría de nosotras hemos pasado por etapas en las que nos esforzamos por cambiar algo en nuestro cuerpo, compramos productos para el cabello y la piel, probamos dietas y rutinas que prometen resultados maravillosos; pero en el fondo, las inseguridades, frustraciones y disgustos con nuestra apariencia, no desaparecen o siempre vuelven, porque el problema no está en lo exterior, sino en tu mente, el cuidado personal comienza con la renovación de tu mente, ese es el primer tratamiento de belleza que debes aplicarte.
Aceptar como verdad absoluta los estereotipos de este mundo, nos ha hecho mucho daño, la denominada industria de la belleza, se ha encargado de saturar todos los medios posibles con información, cuyo único objetivo es hacerte creer que hay un problema con tu imagen, (peso, medidas, formas, colores, texturas) y entre menos te gusta lo que ves cuando te miras al espejo, es mejor para esta industria, porque esto te llevará a consumir desmedida e irracionalmente lo que ellos te ofrecen, no porque lo necesites realmente, sino porque ellos te han hecho creer que debes lucir de cierta forma, al costo que sea.
La Biblia te advierte sobre adaptarte a la manera de pensar de este mundo, dice en Romanos 12:2 (DHH) “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” Implícitamente este versículo te lleva a entender que, pensar de acuerdo con el mundo te aleja de la voluntad de Dios para tu vida, pero renovar tus pensamientos, te permitirá vivir más plenamente, porque entenderás que Dios desea tu bienestar.
Cuando dejas de vivir como el mundo quiere, le abres espacio a lo que Dios quiere para ti; para el caso de tu apariencia, si vives según los criterios de este mundo, siempre vas a encontrar defectos a tu cuerpo, aun cuando logres cumplir con los estereotipos que te impone, siempre surgirá algo por cambiar, mejorar, aumentar o disminuir; pero si renuevas tu mente y vives según la perspectiva divina, entenderás que Dios te dio el cuerpo que necesitas, con la forma que necesitas, para Él no hay una nariz más linda que la tuya, Él te dio una nariz funcional, pero la industria de la belleza te ha hecho creer que lo importante no es si tu nariz funciona o no, sino su forma y/o tamaño, pero tú y yo preferimos valorar su aspecto más que su función; así pasa con el resto de tu cuerpo
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