Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1 corintios 3:17 ¡Querida lectora! Quiero hablarte de tu cuerpo de forma integral como un templo, ese santuario de carne, huesos, emociones, sentimientos y pensamientos, ese hogar que alberga tu esencia, tu alma, tu corazón, tus pasiones y deseos, un templo frágil al cual debemos cuidar, porque cuando sufre daños, lleva largos procesos poder restaurarlo. Te daré tres consejos importantes que deseo bendigan tu vida.
Organízate
Una vida organizada y con metas establecidas te dará siempre un norte al cual dirigirte, un puerto al cual arribar, y evitará que andes a la deriva llenándote de ansiedades. Una vida inconstante, sin determinación y sin enfoque no te permite estar clara de lo que realmente deseas lograr. Es importante crear objetivos que te conlleven a alcanzar tus metas y desarrollar hábitos positivos que te permitan construir cada día un futuro en el cual puedas llegar a sentirte satisfecha y realizada. Proverbios 14:14 (NVI) nos dice: El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones.
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